Dolores Sopeña y el Cardenal Ciriaco Mª Sancha

Hace poco más de seis meses, el 18 de octubre de 2009, fue beatificado en Toledo el Cardenal Ciríaco Mª Sancha y Hervás, personaje relevante de la historia de la iglesia española de finales del s. XIX y primeros del XX.

Esta beatificación ha tenido una especial resonancia en la Familia Sopeña, dada la relación tan estrecha que existió entre el Cardenal Sancha y Dolores Sopeña. Por eso, queremos dedicar este espacio para ofrecerle un merecido homenaje de gratitud y reconocimiento a quien fue alguien decisivo no sólo en la vida de Dolores sino en las instituciones que ella fundó.

Ciriaco María Sancha y Hervás nació en Quintana del Pidio (Burgos) el 18 de junio de 1833 en el seno de una familia humilde. Ingresó en el Seminario de Osma en 1852. Se ordenó sacerdote en 1858. Completó sus estudios en la universidad Pontificia de Salamanca. En 1862 se trasladó a Cuba, como secretario del arzobispo Primo Calvo y Lope. En 1876 fue nombrado obispo auxiliar de Toledo (en el tiempo en el que los obispos residían en Madrid). En 1882 fue nombrado obispo de Ávila y en 1886 elegido para la sede episcopal de Madrid-Alcalá. León XIII le nombró arzobispo de Valencia en 1892 y en 1894 lo creó cardenal. En 1898 fue nombrado Arzobispo Primado de Toledo. Allí falleció el 25 de febrero de 1909, día en el que ahora se celebra su fiesta.

Llama la atención que en una época en la que los viajes no eran tan frecuentes, Dolores y el Cardenal coincidieran en tres escenarios muy distintos: Santiago de Cuba (1873-1876), Madrid (1886-1892) y Toledo (1898-1909).

Si recordáis, Dolores Sopeña vivió unos años en Santiago de Cuba, donde su padre había sido nombrado Fiscal de la entonces colonia española. Llegan en el momento en que se ha producido un cisma en la iglesia cubana. Hay varias autoridades eclesiásticas encarceladas, entre ellas, D. Ciriaco Mª Sancha, Secretario del Provisor Orberá, también prisionero. D. Tomás tuvo que presentar informes en los que se ponía de relieve la injusticia cometida con dichos personajes, por lo que llegó a perder su puesto, si bien fue restituido al poco tiempo. Este proceder estrechó lazos de amistad entre la familia Sopeña y D. Ciriaco Mª, tal es así, que dicho sacerdote llegó a ser el confesor de su madre y fue quien la acompañó en el momento de su muerte. Además, en Santiago conoció de primera mano los trabajos de Dolores en los barrios.

Años más tarde, ya en Madrid, Dolores empieza a trabajar en los suburbios de la capital. Estos trabajos llegan a oídos del entonces ya Obispo Sancha que muestra un gran interés por este apostolado, visitando en diversas ocasiones las barriadas donde Dolores desempeñaba esta labor. Es entonces cuando el Obispo pide a Dolores Sopeña que constituya una Asociación laical (actualmente Movimiento de Laicos Sopeña), para garantizar la continuidad de la Obra.

El tercer escenario es Toledo. Allí, el entonces ya Cardenal Sancha, prestó un apoyo decisivo en la fundación del Instituto Catequista Dolores Sopeña. Fue él quien cedió una ermita y sus terrenos aledaños para construir la primera casa de las Catequistas y quien estuvo particularmente cercano todos esos primeros años, hasta su muerte.

El Papa Benedicto XVI lo definió en la Carta Apostólica para la Beatificación como "infatigable testigo de Cristo, padre de los pobres y servidor de la unidad de la Iglesia". Encomendémonos a su intercesión y unámonos a la acción de gracias de la Iglesia española por este nuevo Beato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario