Una espiritualidad eucarística

El centro de su vida es la eucaristía. Pasa largos ratos ante el sagrario. Dialoga con Jesús a lo largo de toda la jornada, pero reconoce una presencia especial en la forma consagrada. Entre sus prácticas habituales destacan: las visitas al Santísimo, las "comu-niones espirituales", la Hora Santa (en la que se vela al Señor toda la noche) y el Manifiesto diario. Llama al Jueves Santo el día del Instituto, precisamente porque ese día es la fiesta del Amor y porque en él se instituyó la Eucaristía . Esta devoción tiene un marcado carácter apostólico. El Instituto nace en una Hora Santa; en ella ve "levantarse un plantel de misioneras consolándole y ofreciéndole sus vidas, para ir por todos los confines de la tierra enseñando su doctrina celestial para ensanchar su reino" . Ante el sagrario toma las grandes decisiones; ante él cada mañana al levantarse "arregla los asuntos del día" , recibe consuelo, fortaleza, inspiración. Pide que "al calor de esa Fragua Divina nos arrojemos como pedazos de hierro, para salir fundidas en el perfecto modelo que queremos copiar, y no tener vida propia, sino la que nos dé su aliento divino".

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