Una espiritualidad cristocéntrica

Su experiencia cristológica destaca en Jesús dos rasgos fundamentales: Jesús como Dios encarnado y Jesús redentor. Dios ha asumido la condición humana; por tanto, todo el mundo se convierte en lugar de presencia y manifestación suya. Y es un Dios Redentor, que sale al encuentro de cada persona en sus penas y alegrías, necesidades y búsquedas, ofreciéndole de manera gratuita su amor incondicional y su propia vida. Su relación con Dios se expresa en una actitud filial llena de confianza: Heme aquí, Padre amado, en tus brazos estoy"; su imagen de Él es la de un "Padre cariñoso" . Pero su relación la centra en la persona de Jesús. Él es quien llena su corazón ; es de Él de quien nos tenemos que ena-morar y a quien nos tenemos que entregar por completo para convertirnos en un pedazo de Cristo mismo . Se dirige a Él con expresiones llenas de afecto y que ponen de manifiesto una gran intimidad: "Jesús de mi vida, Esposo mío, Dueño mío".

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