Hoy Señor, me encuentro tan confundido/a ante Ti, sin atreverme a nada más que a pedirte perdón de los pecados de toda mi vida y de mi debilidad presente. Te pregunto, ¿cuál es la raíz de mis tristezas y amarguras? Y la respuesta es: no pensar en lo que tengo y anhelar por lo que sin Ti tanto me dañaría. Sólo Tú sabes lo que hay en mi interior y quisiera perder mil vidas antes de perder tu amistad. No permitas que rompa yo jamás, por la debilidad, este lazo de amor que nos une.
No me devuelvas el corazón que te entrego hoy de nuevo, igual que te lo ofrezco; tómalo todo, sánalo para que te lo dé con alegría; pues, ¿quién me separará de tus brazos paternales?, ¿quién me arrancará de tu regazo de amor? Nadie.
Señor, bendice mis deseos y concédeme que yo sea fiel en cumplir lo que te prometo y sea de verdad. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario