Modelo e Intercesora


Dolores R. Sopeña fue una mujer como cualquiera de nosotros, con sus virtudes y sus defectos.
Su beatificación nos recuerda que todos estamos llamados a la santidad.
La santidad consiste en vivir unidos a Cristo y en amar a los demás como Él nos amó: perdonando, consolando, interesándonos por los más débiles y excluidos.
Al ser declarada Beata, la Iglesia nos la presenta como modelo y como intercesora.
Dolores Sopeña aparece como un modelo a seguir precisamente porque vivió plenamente el seguimiento a Jesús y, con su vida, nos enseña un modo concreto y comprometido de ser cristianos: siendo solidarios con los más necesitados, trabajando para que todos vivan con la dignidad que les corresponde como hijos e hijas de Dios, construyendo la fraternidad, haciendo posible un mundo más justo y más humano donde todos vivamos como hermanos, hijos de un mismo Padre; anunciando el Evangelio entre aquellos que no han tenido la suerte de que alguien les hable de un Dios Padre que se preocupa por la suerte de sus hijos.
Además, al afirmar que se encuentra junto a Dios, la Iglesia nos la presenta como intercesora. De allí que podamos encomendarnos a ella para pedir al Señor determinados favores o gracias, sobre todo, la de vivir como auténticos cristianos en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestro alrededor.

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